El que busca el conocimiento

Quien buscaba el conocimiento fue conducido al Maestro. Al llegar a un campo, aquél que le acompañaba se despidió. Entonces, quién buscaba el conocimiento le inquirió:

¿Dónde está el maestro?

Aquél que le acompañaba le mostró un cristal que se iluminaba con la luz del día y lo hacía aún más cuando era de noche.

Quien buscaba el conocimiento recogió el cristal entre sus manos y sintió la energía vital de aquél.

Después de examinarlo con detenimiento, quien buscaba el conocimiento le preguntó en forma irónica a aquél que le acompañaba:

¿Cómo un maestro podía enseñarle la ciencia de la luz sin tener visión?, ¿Cómo podía enseñarle la magia del sonido sí no podía escucharle?

¿Cómo podía enseñarle a amar sin poder abrasarle, ¿Cómo podría enseñarle todo sin poder hablarle?

Aquél que lo acompañaba le sonrió y contestó: Para estar en la luz, que mejor que estar ciego; para valorar el sonido, que mejor que estar sin oído; para enseñar tus sentimientos, que mejor que tus acciones; para aprender de lo sublime, que mejor que el silencio de tus palabras.

Quien buscaba el conocimiento dijo entonces: Ciertamente, has hablado con ciencia.

Aquél que le acompañaba se retiró en silencio.

Desde aquel día dos cristales iluminaron el firmamento de aquel cielo, que entendía que lo divino del hombre nace primero en la sublime luz del espíritu, antes que en lo inerte de su cuerpo.

Bibliografía: «BREDAM» …Canto Cósmico del Universo.

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